La
realización de una secuencia metodológica en el contexto de una clase debe
responder al diseño de propósitos formativos y a ciertos criterios y
fundamentos relacionados con la enseñanza y el aprendizaje. Por ello, es
importante considerar, en primer lugar, que un proceso formativo adecuado no es
sinónimo de la suma de buenas clases, sino el resultado de la articulación de
estas en relación con propósitos definidos (OF, Aprendizajes Esperados,
objetivos específicos, etc.), en el contexto de unidades de aprendizaje. La
articulación implica avanzar secuenciadamente hacia el objetivo y asignarle un
rol coherente a cada clase en esa dirección; desde ese punto de vista la
planificación clase a clase sólo tiene sentido si está articulada.
En
segundo lugar, la estructura de la clase, la distribución de los tiempos para
las distintas actividades -tanto de profesores como de alumnos o su
interrelación- y la distribución del protagonismo entre estos, hoy se conciben
dando prioridad al aprendizaje, en donde la enseñanza representa un acto de
mediación. En tal sentido, el trabajo autónomo de los alumnos constituye un eje
del despliegue metodológico, al que se le debe asignar una proporción
significativa del tiempo de realización. Esto no supone la desaparición del
docente, sino más bien la redefinición de su rol, proporcionando las
explicaciones necesarias, mediando en la construcción de los significados,
socializando las inquietudes y descubrimientos de los estudiantes durante su
trabajo, etc. De ese modo, la exposición del docente disminuye
proporcionalmente, pero, a la vez, adquiere un papel más significativo al
orientarse a la construcción de situaciones de aprendizaje y expresar los
significados que de allí se derivan. La exposición del profesor, por tanto, no
es un acto inicial ni debe reemplazar con “enseñanza” lo que tiene que ser un
proceso de aprendizaje; más bien se despliega a lo largo de toda la clase con
una presencia “gatilladora”, orientadora, colaborativa, catalizadora y
mediadora.
Dicha
presencia puede variar de un momento a otro de la clase o de una clase a otra
en el contexto de una Unidad, pero garantizando un amplio espacio de trabajo
autónomo e interactivo. El orden de los componentes puede igualmente variar, lo
importante es que estén presentes de manera coherente y promuevan la situación
de aprendizaje. El rol de los alumnos en los momentos expositivos no debe ser
sólo receptivo, puede manifestarse en la construcción del objetivo, en el
acercamiento a la temática presentada y en el diálogo entre pares.
Un
aspecto medular de la realización una clase está dado por la motivación que se
logre en los estudiantes. La disposición de elementos discursivos y
audio-visuales y la labor de involucramiento que debe realizar el docente son
de gran valor pedagógico. Contextualizar resulta relevante en esa línea;
acercar el saber a la realidad de los estudiantes, partir de sus propios
saberes y experiencias, permitir su contribución a la clase, etc. Intervenir en
la estructura de intereses de los estudiantes y conectarla con los propósitos
formativos de la escuela implica hacer referencia al sentido de lo que se
aprende, explicar o permitir que descubra cual es el valor de lo que están
vivenciando. La disponibilidad y reconstrucción colectiva de las finalidades de
la enseñanza en un ámbito particular, además de un elemento que puede provocar
cambios en la disposición de los estudiantes, es un aspecto central del proceso
formativo escolar.
Tabla descripción secuencia metodológica de clase
Momento
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Actividad
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Rol del docente y del
estudiante
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Inicio
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- Motivación
- Activación de
aprendizajes previos
- Planteamiento del objetivo
- Introducción al tema y conceptos centrales
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El docente debe
generar una situación que permita conectar al estudiante con la clase
(predisponiéndolo a aprender), recuperar sus anteriores aprendizajes (dentro
y fuera de la escuela), explicar el propósito y sentido de lo que se busca
generar como aprendizaje y presentar las ideas orientadoras o conceptos clave
que serán abordados.
Esta labor no
implica la sola exposición del docente, sino más bien una interacción
motivada por recursos diversos, además del discurso.
El comentario
sobre una lámina o un objeto; la pregunta por un recuerdo emotivo, la
generación de lluvia de ideas, etc. deben contribuir a involucrar a los
estudiantes, a producir un conflicto o inquietud y crear la situación de
inicio.
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Desarrollo
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- Trabajo
autónomo de las estudiantes
- Monitoreo
docente
- Puesta en común
de las actividades
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Esta es una etapa clave de la secuencia metodológica de una clase.
Representa el momento en que los estudiantes viven la experiencia de
aprendizaje a partir de su propio trabajo y el docente dispone para ello la realización
de la o las actividades centrales. Estas deben promover el desarrollo de
habilidades cognitivas y disciplinares, el uso de categorías de trabajo,
reglas de procedimiento, la resolución de algún problema, etc. No basta con
que trabajen solos, sino que la actividad debe permitir aprendizajes
centrales.
El trabajo puede ser en equipo, pareja y/o
individual, dependiendo del tipo de actividad, el propósito y el momento en
que se encuentra la unidad de aprendizaje, debiendo considerar diversos tipos
de recursos.
La labor docente es fundamental en esta etapa,
especialmente en las instrucciones, en la aclaración de dudas y en la
socialización de ciertos aspectos clave del trabajo que surjan a partir de
dudas o descubrimientos, ello sin reemplazar el trabajo autónomo de los
estudiantes.
Una acción clave de esta etapa la constituye la
puesta en común de las realizaciones de los estudiantes, distribuyendo la
presentación de sus resultados de manera equitativa y permitiendo que se
revisen y comenten entre ellos.
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Cierre
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- Retroalimentación
- Balance de los aprendizajes
- Enunciación de objetivo(s) de la siguiente clase.
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Este es el
momento en que se mira hacia atrás, se revisa lo ocurrido en términos de sus
principales significados. El balance es clave, porque ello posibilita
recuperar una imagen de totalidad y de vuelta al sentido, contribuyendo a la
consolidación de los aprendizajes. La construcción de esta situación debe ser
colaborativa, retroalimentada oralmente o a través de una breve tarea de
balance con otros recursos y expuesta o consultada. La orientación del
docente en esta etapa es fundamental.
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